Bajo las olas del viento.

Ya había pasado dos días y no me apetecía quedarme en casa por mucho más tiempo.

—Mi madre no llego a casa anoche, de seguro se quedó con algún vagabundo en su cama, cómo una gatita domada —dije.

Mientras me disponía a desayunar, algo en mi memoria quería salir pero no era muy nítido lo que empezaba a recordar. Sólo veía a una nena de no más de ocho años en una habitación. Ella se encontraba en un escritorio muy antiguo, a su derecha se podía ver una vasta biblioteca llena de libros y colecciones de los cuales no podía deducir su escritor. En el otro extremo, en el lado izquierdo podía divisar no muy bien unos cuadros que contenían unos bustos. De lejos podía escuchar como unas campanas sonando, algo en ellas me hacía recordar a mi casa, en ese momento salte de la silla, notando que no era un sueño y que en realidad había sonado el timbre de la casa. Me giro para poder ver la hora, nuevo de la mañana. —¡Mierda! Me he retrasado —dije.

Fránces me esperaba en la puerta de entrada, nos íbamos a dar un paseo al shopping y de paso a gastar un poco de nuestros ahorros. Necesitaba un nuevo vestido para la fiesta que iba a dar Génesis en ausencia de sus padres, dentro de tres días.


—Mira que guay… ¿O no qué me queda re sexy? —dijo Fran.

—Si tú le llamas a eso sexy, yo diría más bien que pareces una ligerita —reí entre dientes—. No puedes ir con ese escote, volverías locos a todos los loser.

—¡Y quien quiere hacer eso! Eh… Sólo quiero impresionar a Julián —repuso Fránces.

—¿Julián? —pregunte.

—¡Sí! Julián. El chico moreno que entro hace unas pocas semanas.

—Ah… ¿Con qué es ese? Sabes una cosa que he observado Frán, capas que sea mi imaginación pero…
—Eliysha pruébate este, te va a quedar de lujo.

—Frán… No te parece raro que después de todo lo que pasa, llegue un chico nuevo al Instituto.

—¡Ya, de nuevo no! Ysha por qué desconfías tanto de la gente. Eh… ¿Cuándo será el día en que no lo hagas?

—Tema cerrado. —Y yo me pregunto por qué todos dicen lo mismo—. ¿Con qué vestido porno te quedas?

—Veamos… el amarillo tiene una súper espalda escotada, es un punto a favor pero es muy largo y aparte tengo que mostrar mis hermosas piernas largas y proporcionadas, asique queda descartado. —No es lo mío—. Susurra. —En cambio el rojo, es corto me queda justo por debajo de la glúteos y me levanta los senos y…. puff, el escote es infernal, asique está totalmente decidido gana el rojo. Y tú, ¿cuál escoges? está visto que no tienes un buen sentido de la moda, te has medido todos los que usaría una virgen.

—No necesito ir mostrando mis partes. Y…¿quién dice que soy virgen? —tartamudeé al decir eso—. Sonaba tan tonto.

—¡Espera! que intestan decir. ¿Qué soy una cualquiera? —repuso Frán con el ceño fruncido—. Por lo menos tengo a unos cuantos chicos que se mueren por estar conmigo. A parte me debes de dar las gracias de que te haya salvado, de no ser así, todavía serias la nueva. Cambiando de tema, con cual te vas a quedar tú.

—No me gusta ninguno, creo que iré con unos jeans, y alguna camisa.

—¡A no, claro qué no! —dijo con una sonrisa en su rostro—. Y se puso a buscar entre todos las perchas. Nos falta el maquillaje y algún accesorio para el cabello, hay que apurarnos que queda mucho por recorrer.

De regreso a casa nos paramos en una heladería, Frán se pidió uno de menta y frutilla —¿Qué combinación?—. Había tantos que no sabía con cual quedarme pero termine por escoger el de crema americana con dulce de leche y granolas de chocolate. Al salir decidimos ir hasta el parque para terminar nuestro «postre» y de paso respirábamos un poco de aires naturales.

Fránces se encontraba tan feliz por las comprar que no quise estropear esa felicidad con mis comentarios, asique decido cerrar mi pico, aunque sea por unas horas.

Esa mañana que había pasado con Fránces, fue increíble sólo me dedique a escucharla y aunque confieso que por ahí no lo hacía fue muy agradable, hacía años que no me sentía así.

Al llegar a casa me dispuse a bañarme para ir a trabajar, en el soy mesera de un restaurante muy conocido y famoso, en donde sólo la gente con muy buena posición económica puede llegar a ir. A pesar de mis dieciséis años, que dentro de unos pocos meses cumplo los diecisiete, suelen confundirme como a una chica de veinte y gracias a ello pude conseguir trabajo como mesera.

No soy ni muy flaca ni muy gorda, solo normal, aunque si me vistiera como Fran se podrían notar más mis curvas, el color de mi cabello es castaño claro y mis ojos… bueno son algo distintos a lo normal, son una mezcla de turquesa con verde, para algunas personas les parece hermosos pero para otros son desafiantes y penetrantes. Siempre me he preguntado, por qué soy tan distinta a mi madre. Ella es morocha con un cabello ondulado color negro y sus ojos son marrones. Cuando era chica le sabía preguntar sobre mi padre.

—Mamá ¿Cómo era mi padre? Y ella siempre me respondía.

—¿Para qué quieres saber? Niña. El ya no está acá. Y tampoco creo que haya existido uno —dice en un susurro bajo.

—Dime mamá, por favor ¿Cómo era físicamente? —le decía, mientras observar cómo se perdía por unos minutos en sus pensamientos.

—Bueno quería él era… alto de un metro con ochenta y uno, morocho ¡muy guapo! Sabes volvía a todas locas, —se reía entre diente— y sus ojos eran de un magnifico marrón oscuro y a veces llegan a parecer negros y uno se preguntaba si realmente tenia ojos.

Esa era su descripción, nunca le llegue a preguntar porque mis ojos eran de otro color, capas que alguien de la familia los tenia, ¿sería una herencia? En mi infancia siempre me decían que mis ojos eran exóticos y que no era normal que la gente tuviera ese color. Cuando me sabia observa en el espejo era como no verme, no podía creer que esos ojos eran míos, me daban miedo. Pero en mi instituto anterior eran mis compañeros lo que me temían, decían que era una bruja, que mis ojos me delataban. Todos se alejaban de mi lado por algunos rumores que se decían sobre mí. Uno de ellos decía que por mi culpa mi ex novio Aron había quedado ciego, a los pocos días de haber terminado, la mayoría decía que le había puesto un castigo por haberme dejado e ir se con la chica más popular del instituto.

Después de tantos rumores tomé la decisión de cambiar a mi actual instituto, y una de las cosas bueno que tuvo fue encontrar a Fránces quien me ayudo a que no se esparciera ese rumor y sin olvidar mencionar que también recibí ayuda suya en para no ser parte del grupo de Génesis.

Ya había terminado de vestirme, y me marche al restaurante. La noche fue aburrida no hubo ninguna pelea de amantes y tampoco fue mucha gente por lo que esta vez pude salir más temprano. Me despedí de mis compañeros y de mi jefe, cuando ya me encontraba caminando por la calle pude notar que alguien me seguía, manteniendo una cierta distancia para no darme cuenta de que me estaba persiguiendo, pero estaba muy equivocado si pensaba eso, por alguna razón podía estar muy alerta a todo lo que pasaba a mi alrededor. Empecé a apurar el paso, él también, cuando me detenía, él también, hacia todos los mismos movimientos, al doblar por la esquina decidí correr para poder perderlo y así poder tomar otro camino de regreso a casa, no quería que supiera donde vivía.

Estaba en mi salsa, al poder correr me sentía segura ya que pensaba que no me podría alcanzar al no ser que fuera un atleta como yo. Lo llegue a perder de vista y decidí tomar otro camino, quiera marearlo. ¡Qué buen susto me lleve! —pensé—. Pero a quién le podría contar, mi madre mucha importancia no creo que le dé, y Fránces seguro que se muero en el mismo momento que le esté contando, lo mejor será no contar nada.

Todo indicaba que sería la próxima víctima de este desgraciado, pero no me va aganar de eso estoy segura, no lo voy a dejar hacerlo, luchare y estaré preparada, por qué estoy segura que volverá a por mí.


Al día siguiente ya habían comenzado a dar clases, así que con muy pocas ganas volví al instituto. De camino a este, me quedaba la casa de Fran y siempre aprovechaba para pasarla a buscar, pero cuando toque la puerta de entrada me encontré con su hermano menor Igor.

—Hola pequeño, ¿está tu hermana?

—A ella se la han llevado unos tipos med…. —dice.

Y antes de terminar lo que iba a decirme aparece junto a él su madre interrumpiéndonos.
—Eliysha, ¿Cómo estás? ¿Qué te trae por aquí?

—Bueno… vengo a buscar a Fran como todas las mañanas. Acá hay gato encerrado—pensé.

—Hoy no va a poder ser, Fránces no se siente bien, está en cama.

—¿Podría verla señora? —pregunte.

—¡Oh no!... podrías contagiarte, al parecer tiene varicela y no querríamos que te suceda lo mismo.

—En ese caso vengo otro día señora. Algo en mi memoria hacia clic, Fránces me había contado que cuando era chica ya le había agarrado. Algo feo se estaba cocinando. Me di media vuelta y salude a la mamá de Fran.

—Hasta luego señora.

—Cuídate Eliysha. —Cuídate mucho pequeña—. Susurra.

Cosas muy raras andan pasando y se ve que soy la única que se da cuenta o me están haciendo algún tipo de broma. ¿Algo pasa? Por qué el Igor dijo que se fue con unos tipos y luego salta la madre diciendo otra cosa. Y el cuídate mucho pequeña, ¿qué fue eso? Hay que creerle a al pequeño—me dije —. Ellos nunca mienten. Tendré que llamarla.

Me sentía tan sola en el instituto sin Frán, ya la extrañaba a pesar de que había pasado dos horas desde que la fui a buscar.

Cuando se escuchó el timbre decidí irme a la cancha para practicar ya qué teníamos una hora libre que supuestamente la tendríamos que usas para estudiar pero nadie lo hacía y como Frán no estaba, no me a perecía quedarme en el comedor escuchando las tonteras que decía Génesis, de seguro debe estar promocionando su fiesta —pensé—, ya faltaba sólo un día para la esperada y dichosa fiesta. Pero si Fránces no se mejoraba de lo que supuestamente le había agarrado en ¿cuánto? Un día, diez horas, quien sabe, no creo que fuse sola y en ese caso tendría que hacer nuevos planes.

Al llegar a los vestuarios me cambie, el día no estaba muy agradable para algunos de los deportistas, el cielo se encontraba encapotado y en cualquier momento se largaba a llover, pero no importaba mientras pudiera corres, esos momentos son mis horas felices, el momento justo en donde puedo despejarme y sentir de una forma, cierta libertad. Había una sensación en mí de haber estado encerrada en un tipo de galpón por años, pero no podía entender cómo podía tener esa sensación. Cuando me dispuse a salir del vestuario me encontré con la entrenadora.

—Eliysha. — ¿Vas a entrenar? —pregunto.

—Así es —le respondí—, ¿Qué no me ve como estoy vestida? —me dije en mi pensamiento.

—Sobre la última vez que hablamos, quiero decirte que me pace, no debí hablarte de esa forma. Confieso que me sentía un poco alterada por todo lo que está sucediendo —dijo, mirando para otro lado. Como si fuera una nena de diez años.

—Está bien, no se preocupe. No me afecto en lo más mínimo. Puedo entender cómo se siente. —mentí—. No quería escucharla más. Entrenadora si me disculpa debo ir a practicar.

—¡Oh! Claro, no te retengo más. Puedes ir yendo.

Después de decirnos eso, pasamos una al lado de la otra en direcciones opuestas. En este momento tendría que estar entrenado con Génesis—pensé—, pero la chiquita no se va a querer mojar el cabello de seguro se le desarman esos rulos falsos que siempre se hace —reí entre dientes. En caso de que me llegara a pasar algo antes de la competencia interestatal, Génesis seria mi suplente, si sigue así nunca podrá alcanzar mi record.

Cuando llegue a la pista, no había nadie, la tenía para mi sola, que alegría. Me puse en posición para salir, conté hasta cinco y salí volando, al hacer los diez primeros pasos serré mi ojos para sentir las olas del viento revolotear en mi rostro, que alivio, sentía como todo a mi alrededor se movía en cámara lenta. Repetí la vuelta completa 3 veces hasta que me senté a tomar un poco de agua. Al otro lado de la pista se encontraba el campo de futbol, le di una mira flash, y puse mis ojos de nuevo en la botella de agua, un momento, me detuve, volví a mirar pero esta vez muy finamente prestando atención a todo. Por unos cuantos minutos deje mi mirada fija en una figura humana, que se encontraba observándome. No pude ver clara mente como era, pero podría decir que su altura es de un metro con setenta y nueve o capas menos, pero estoy segura que es unos cuantos centímetros más alto que yo. No podía dejar de mirarle, tenía que saber de algún modo quien era, ¿sería el tipo de la otra vez?, el del restaurante, no creo que se anime a entrar al instituto, tampoco creo que haya podido evadir la seguridad que se encuentra en todo el perímetro, ¿pero quién demonios es? En ese momento atine a levantarme, pero el hombre dio media vuelta y se marchó atravesando el campo.

Sentí un escalofríos por mi espalda, a pesar de que me gustara mucho correr, pensé que sería un buen momento para volver adentro, ya que me encontraba sola en la pista. Y si me llegara a pasar algo nadie se enteraría a menos que se interesarán por mí y la única persona capaz de sentir eso no se había presentado en todo el día.