Complicated Life

Hello! Me decidí al fín a postear esta serie que, aunque en realidad ya
está en Facebook y en otro foro, hace tiempo que quería ponerla acá para que ustedes la vean
Bien, postearé en el próximo comentario el primer capítulo, esto no tiene ni portada ni prólogo; sólo un pequeño adelanto de lo que será toda la serie, se lo podría llamar... ¿sinopsis? No sé Es que, en realidad, esta es una historia que creamos con mi prima y es una novela pero tiene complejo de serie de televisión (? No sé si se entiende xD



¡Hola! Mi nombre es Kelsi Stoner, normalmente me presentaría así, y con
una gran sonrisa en el rostro, para generar confianza; pero como esta no
es una presentación del todo común, les mostraré también mis miedos y
deseos. Mis más profundos secretos. En sí, les mostraré mi vida
complicada.


Abajo subo el primer capitulo, comenten si les gusto o les pareció una pérdida de tiempo
PLEASE!
Se reciben agradecidamente las críticas constructivas n_n Sé que me falta mucho por crecer asi que sean amables por favor .

Capítulo 1 -Piloto

Estoy sola, en una habitación sin ventanas, el techo que se pierde en la oscuridad. Ya no tengo miedo, lo perdí hace bastante, pero aún así me siento sola, completamente sola. Esta vez, trato de gritar pero es como si nada saliera de mi boca, mi garganta aprieta como un nudo que cada vez se va cerrando más. Y cuando estoy a punto de darme por vencida, la puerta que está justo enfrente de mí, la cual no he intentado abrir no sé por qué razón, se abre y diviso una sombra, en una esquina de la pared. Hay luz al otro lado del umbral y una silueta masculina que sigo sin ver.

Y es ahí cuando despierto.

Realmente no sé qué significa ese sueño, pero lo tengo casi todas las noches, desde hace dos semanas. Y siempre despierto en el mismo momento. Es irritante.

Veo la hora en mi celular, dan las 7:30.

Me doy media vuelta pero mi hermano ya no está en su cama. No sé cómo es que lo hace pero él siempre se acuesta último y se despierta primero. Tal vez es porque no tiene ganas de ver las sesiones de besos nocturnas y/o matutinas de mamá y papá. Otra consecuencia de tener que dormir en la misma habitación que ellos. Si fuera por mí dormiría en el ático o en el sótano, da igual; con tal de no tener que aguantarlos cada vez que se ponen “románticos”. Pero según ellos, hay demasiadas cosas y poco espacio para que duerma en alguno de esos lugares.

“¡Kelsi! ¡Ya despierta o llegarás tarde!” Escucho la voz de mi madre llamándome desde abajo.
No contesto. Simplemente pongo música en la radio y me dispongo a levantarme. Mi madre sabe que cuando hago eso es porque ya desperté.

Supongo que es parte de mi rutina, si te despiertas con melodías y letras felices entonces tendrás un día feliz, si te despiertas con música deprimente, entonces tu día será deprimente. Si, es una estúpida creencia pero la adopté hace bastante y soy una persona fiel a sus convicciones. Hoy, la canción con la que me levanté fue Hey, Soul Sister de Train.

Bajo las escaleras determinadamente hacia el baño, cuando Ryan se interpone en mi camino. Mi hermano y yo somos gemelos. Aunque la diferencia es clara, el mide por lo menos 15 centímetros más que yo. No es que él sea muy alto, es que yo soy demasiado pequeña; apenas paso el metro cincuenta.

“¡Buenos días dormilona! ¿Te cansaste de soñar con tu desconocido príncipe encantador?”

“¡Shhh!” Le murmuré mientras tapaba su boca con mi mano. Él es el único al que le conté sobre mi repetido sueño. “¿Por qué haces eso?” No es que me importe que mis padres se enteren de él, es solo que se me hace un poco embarazoso que piensen que sueño con “príncipes encantadores” como Ryan dijo. De todas maneras no creo que le den importancia, a veces pienso que yo misma le doy demasiada importancia.

“Es que quería que se fuera tu cara de zombie recién levantado.” Musitó, y subió las escaleras.

“Supongo que lo has logrado, gracias.” Exclamé, y me encaminé al baño, el cual está justo debajo de las escaleras.

Al salir, en mi campo de visión, se encuentra el living-comedor, y en la mesa que está justo al frente del baño, veo a mi hermano pequeño, Adam, comiendo su cereal favorito. Cruzo el comedor hasta la entrada de la cocina y miro de soslayo que mi madre está preparando tostadas, ella es una mujer hermosa realmente, tiene un cabello largo y lacio, y castaño como la miel; unos ojos azules iguales a los mios; pero claro, ella es alta y esbelta, y yo soy mas… bueno, no soy ni alta ni esbelta; no soy fea, tampoco soy hermosa como mi madre, simplemente soy muy petit. Mientras, mi padre le susurra algo al oído y la abraza por detrás. Ojalá algún día yo llegue a tener una relación tan duradera y romántica como la de ellos. Se conocieron en la universidad y desde entonces han estado juntos, son un total ejemplo a seguir.

Entro a la cocina, saco un pote de mermelada y algunas tostadas, mis padres me desean buenos días como siempre y acompaño a papá hasta la puerta, en donde me da dinero para la escuela el cual, usualmente, siempre es más que el que le da a mis hermanos. No soy una chica malcriada, pero al ser la única nena de papá, casi siempre obtengo lo que quiero.

“¿Seguro que no quieres que te lleve a la escuela?” Y ahí está otra vez ese sentido sobreprotector de todo padre, solo que el de él es un poquitín mas pronunciado que el de otros.

“No, papá, en serio. Estaré bien, Ryan y yo pasaremos a buscar a Ken e iremos en el autobús.”

Acto seguido, el me dio su aprobación con un ok y un beso en la frente.

Entré de vuelta para ver la hora cuando veo a Ryan corriendo escaleras abajo e indicándome que ya era tarde. OK. Creo que eso lo resume todo. Tuve tiempo para tomar mi morral, saludar a mi madre, mi hermano, y atragantarme con una tostada. Mientras Ryan iba saliendo por la puerta
de camino a casa de Ken. Que vive enfrente de nuestra casa.

Llego a tiempo para cuando se abre la puerta y aparece la mamá de Ken. “¡Oh por Dios! ¡La escuela! ¡Lo olvide!” Gira la cabeza hacia las escaleras y dice: “¡KEN LEVÁNTATE! ¡LA ESCUELA! ¡AHORA!” Se vuelve hacia nosotros. “En cinco minutos está listo.” Y con una sonrisa fingida cierra la puerta.

La madre de Ken es una señora grande, muy grande. No me refiero a edad, mas bien a cuerpo; es muy corpulenta, digamos que podría ser una perfecta mamá osa, ya que lo que tiene de voluminosa, lo tiene de sobreprotectora. Trata a Ken como si fuera un niño de diez años; pero yo creo que tiene sus motivos para tratarlo asi pues él a veces se comporta como si tuviera diez años.

Se abre la puerta otra vez. Es Ken. Mide unos 5 o 10 centímetros más que yo. Si, muy pequeño para la edad de 15 años. Supongo que ya crecerá. Pero dudo que su carita de niño adorable vaya a cambiar alguna vez. Desde que lo conozco, tiene la misma cara. Y lo conozco desde los 5. Desde esa edad que está enamorado de mí.

Usualmente hace un comentario sobre lo lindos que nos veríamos como pareja para el próximo baile alegando que yo no tengo otra pareja, y el no quiere otra. Como si tuviera más aspirantes a pareja para el baile.

“Hola, Kels. ¿Qué tal tu día?” Dijo, en un tono insinuantemente pícaro. Aunque en realidad, siempre me sacan una sonrisa sus intentos fallidos de “ser sexy”. Él simplemente no es sexy, el es más del tipo adorable.

“Por ahora bien, pero si no llegamos a tiempo para la escuela, no seguirá siendo muy lindo,” Le dije cortando su fantasía. “y por cierto, todavía no te has cambiado.” Ante esta observación, el miró la ropa que llevaba. Aún estaba en pijama. En su impulso de salir corriendo, se golpeó contra el borde de la puerta y cayó considerablemente fuerte al suelo. Como si nada hubiera pasado, se levantó y echó a correr de vuelta mientras gritaba “¡NO ME VEAS KELSI! ¡NO QUIERO QUE ME VEAS!”

“¿De qué era esta vez?” Dijo Ryan.

A lo que respondí: “¿El qué?”

“El pijama. No lo logré ver bien.”

“¡Ah! Creo que de dinosaurios, verdes y naranjas.” Exclamé divertida. Y ambos echamos a reír. La madre de Ken tiene una obsesión con los pijamas, sobre todo si esos pijamas los usa su hijo, probablemente llenen más espacio en su ropero que la ropa de diario.

Ryan le grito desde el umbral de la puerta a Ken que lo esperaríamos en la esquina, para tomar el autobús. Estábamos a medio camino cuando escuchamos el ruido de la puerta cerrarse y luego un golpe seco contra el suelo, y vi, por encima del hombro que Ken se había caído sobre las margaritas, preciosas, preciosas margaritas de su madre. En cuanto llegó a nosotros dijo: “Vámonos de aquí antes de que se entere lo que acabo de hacer”. Mientras hacíamos todo eso, el autobús paró en la esquina. No lo alcanzamos. Genial, hay que caminar.

Llegamos a la escuela media hora tarde. Después de unos regaños que la profesora nos dio, a nosotros y a una tal Bridgette que ni siquiera estaba ahí. “Ella definitivamente necesita un psicólogo.” Le susurré a Ryan mientras ella explicaba algo sobre cómo el clima afectaba a nuestra memoria.

A la hora del almuerzo, me apresuré a buscar a Angie, mi mejor amiga desde que empecé la secundaria. No es que no me guste estar con Ryan y Ken, es solo que a veces la
conversación se torna un poco aburrida cuando empiezan a hablar sobre esos videojuegos que solo ellos conocen.

La encontré en la misma mesa en la que siempre comemos. Estaba sentada perfectamente
recta y brillante. A veces me preguntaba si ella se veía así todo el tiempo, incluso recién levantada. Obviamente no, pero siempre se veía tan perfectamente arreglada. Ni un pelo castaño claro fuera de su lugar. Los zapatos espléndidamente lustrados. El maquillaje, el cual
ella siempre insistía que yo también debería usar, correcto como siempre. Como ella dice, el mejor maquillaje es el que no se nota que está ahí. Ella definitivamente estaba dotada de una hermosura innata que armonizaba con su enfatizado problema de estar siempre perfecta.
Claro que nadie sabía de eso, excepto yo. A la cual ella martiriza con preguntas sobre cual sombra de ojos, cual blusa, cual color de uñas debería usar; y aunque yo le digo que todo lo queda perfectamente bien, y no miento, se empeña en estar no solo bien, sino perfecta para
cada ocasión. Le da demasiada importancia a lo que los demás piensen de ella. En mi humilde opinión, pienso que no necesita arreglarse tanto, siempre se ve bien con lo que sea, y eso es algo molesto porque yo casi todo el tiempo tengo problemas para comprar pantalones por
mis cortas piernas.

“Entonces, ¿Van a decirme qué es lo que se quedaron haciendo en el camino? Los estuve esperando, pero jamás llegaron.” Dijo, en un tono de falso enojo, mientras nosotros nos sentábamos.

“Fue mi culpa,” dijo Ken. “No me desperté a tiempo.”

“Ajam, y además casi sale en pijama y se estrelló contra las flores de su mamá.” Respondí, mirando con cierto enfado hacia donde estaba Ken.

“No hay problema. De todas maneras, ustedes chicos ya han sacado las entradas para el baile, supongo.”

“En realidad,” Dijo Ryan “todavía no; pero estamos en camino ¿Verdad, Ken?” Y empezó a arrastrarlo por el comedor hacia donde estaban las mesas de las entradas.

“Oye, espera yo no tengo dinero.” Dijo mientras era arrastrado por el salón y todo el mundo lo observaba. Probablemente, porque iba semi-atragantado por la “carne especial” de la señora Sully, nuestra cocinera. Vaya uno a saber qué contiene esa carne. Pero hay rumores de que son de algo que no es ni vaca, ni cerdo, ni pollo, ni nigún animal conocido por el hombre. Pero son solo rumores ¿no?

“Entonces, supongo que nuestras citas son bastantes patéticas ¿Ah?” Me dijo Angie.

“Yo preferiría no llamarles citas, sino mas bien algo como salida grupal” Y es así, ellos no son nuestras citas, somos todos amigos de los cuales ninguno consiguió una cita formal para el baile. Ni siquiera Angie, no se si será porque los chicos en la escuela le tienen miedo o porque se junta con “perdedores” como nos llaman Robin y sus “secuaces”, como las llamamos nosotras. Y hablando de Roma…

“Hola, Losers, Acabo de ver a sus patéticos amiguitos correteando por el lugar. Como sabrán el baile es este sábado y no me gustaría ver sus desagradables caras por ahí, así que ¿Podrían hacerme un favor y no ir? Solo harían el ridículo. Sobre todo porque estoy segura de que no
tienen ninguna pareja.” Luego de este comentario, todas sus “secuaces” comenzaron a reír falsamente. Robin siempre tiene alguien dando vueltas alrededor de ella, es la típica porrista mala de película, la abeja reina. Hermosa, rica, con una sonrisa que hace que todos los chicos se caigan a sus pies en tan solo segundos, todavía no he conocido a nadie que haya sido inmune a sus encantos. Y, como cada abeja reina, siempre tiene un zángano a quien hacerle la vida imposible, efectivamente, esa zángano soy yo. Es como si siempre me la cruzara, en cada lugar, ella está ahí para hacer uno de sus amargos comentarios. La verdad a mí me da igual, porque usualmente, sus insultos son hacia mí y no hacia mis amigos; pero me molesta muchísimo cuando se mete con ellos.

“Oye, si tu problema es vernos, entonces no vayas. Nosotros vamos a ir, nos divertiremos y, créeme, si no vemos tu cara por ahí también seremos felices.” Las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiera detenerme; en realidad no quería decir eso, no en voz alta.

“Oh, no debiste haber dicho eso.” Y tenía razón, lo único por lo que me hacía esto, no era porque me tenía envidia o porque yo le había robado a su chico, ni nada por el estilo, como en las películas. La verdad, solo lo hacía para provocarme, y así poder hacer lo que estaba a punto de hacer.

Con un solo chasquido de dedos, hizo que una de sus secuaces me lanzara un frio jugo de manzanas encima de la remera azul que llevaba ese día. Otra vez, ella ganó. Y luego se fue riendo. Lo bueno de ser la más popular de la escuela era que nunca ibas a ser delatada por nadie, de nada. En realidad, no sé si por respeto o por miedo. Así que era en vano tratar de acusarla con el director. Solo me traería más problemas.

“¿Estas bien?” Preguntó Angie. A lo que asentí con un leve movimiento de cabeza. Sentía la mirada de todos quemándome. Tenía un montón de sentimientos encontrados, vergüenza,
furia, incluso me sentía un poco excitada, jamás me había enfrentado a Robin de esa manera, y, aunque no terminó del todo bien, no es algo de lo que me arrepienta.

Fuimos hasta el baño y luego Angie me prestó una de sus remeras, suerte que ella siempre está equipada con suministros de ropa. Me ayudó a lavarme la cara y el pelo. Aunque ella seguía perfecta, como siempre, se notaba en su cara la mezcla de irritación y molestía; sin embargo, la conozco y sé que nunca, jamás de los jamases le diría algo a Robin o ni siquiera se le acercaría, prefiere mantenerse alejada de los problemas.

Y por mucho que yo también quisiera alejarme de ellos, pareciera como si ellos siempre vinieran hacia mí.

Otra vez ese sueño, otra vez la sensación de vacío, de que algo me falta… Otra vez, a olvidar que algo como eso estaba sucediendo, y convencerme a mí misma de que todo estaba bien.
Sabado por la mañana. Me levanté con el pie izquierdo, pero al contrario de lo que todos piensan, el hacer esto me trae buena suerte, la verdad no sé porqué, pero así es. Ryan sigue durmiendo, usualmente los sábados son sus días de “dormirse tarde y levantarse tarde”; mamá y papá ya se levantaron pero estoy segura de que están en el sillón, mamá abrazando a papá viendo una película de comedia; eso hacen todos los sábados apenas se levantan, luego de prepararse el café.
Salí del baño ya peinada y preparada para disfrutar de otro fin de semana. Bajé al comedor, salude a mis padres, y me preparé el desayuno. Hoy sería un ¡Dia de compras! de esos que eran como sesiones de relajación para Angie, le mandé un texto avisándole que voy en camino.
“¡Me voy a lo de Angie!” Exclamé a mis padres, en vano, ya que ellos estaban teniendo otra ronda de besos, probablemente la tercera del día. “No me esperen para el almuerzo.”
Caminé dos cuadras y llegué a su casa. Su casa es de las más lindas del vecindario, siempre prolija, tanto la pintura como el jardín. Dos lujosos autos se ven desde el garaje abierto. No sé si por casualidad o porque los padres de Angie adoran presumir lo que ellos tienen y los demás no.
Toco la puerta dos veces, y atiende su madre inmediatamente. “¡Oh! Kelsi, Angie baja en un segundo.”
Me hizo pasar y me ofreció un vaso con agua al que yo accedí. Su padre estaba sentado en el sofá leyendo el diario, y su madre estaba preparándose para ir a la peluquería.
Veo a Angie bajando las escaleras de caracol, sonriendo y moviendo sus manos en señal de saludo.
“¡Hola Kels! Ya vamos, espera que agarre mi celular.”
Angie tomo su celular y nos fuimos; caminamos unas cuantas cuadras hasta el centro comercial. Hoy sería uno de esos días de compras, lo hacemos cada mes, solo que éste era especial, hoy compraremos el vestido que vamos a usar en el próximo baile de primavera; estuve esperando por este baile durante tres meses.
Estuvimos desde las 12:00 hasta las 16:00 hablando y caminando por entre las tiendas. Compramos bastante ropa y tratamos de ver en las peluquerías cual peinado quedaría mejor con los vestidos que llevaríamos. Angie estuvo hablándome sobre qué color de sombra de ojos y brillo labial debería llevar, probablemente ella me maquillará y peinará para el baile de mañana.
“Bueno creo que es hora de irnos.” Dijo Angie.
“Si, demasiado tiempo encerrada, necesito aire libre y no aire acondicionado; ¿Qué te parece si vamos al parque un rato?”
“Es una buena idea, llevemos estas cosas a casa primero y nos encontramos allí a las 17:00 para tomar un helado y seguir hablando del baile ¿sí?”
“¡Claro! Bueno, volvamos.”
Llegué a casa repleta de bolsas. “¿Qué compraste? ¡Muéstrame, muéstrame!” Dijo mi madre apenas me vio entrar por la puerta. Le mostré mi vestido, mis zapatos y el make-up que Angie compró para mí, alegando que desde ahora en adelante debería usar brillo labial todos los días porque me queda “magnifique”.
Subo la escalera y veo a Ryan y Ken, jugando algún videojuego de pelea. Observo detenidamente como el jugador de la izquierda pega patadas voladoras y luego con algún poder especial derriba a su oponente. Sigo sin entender porqué insisten en pelear con alguien inexistente sin ninguna razón aparente. Yo tampoco lo intenté nunca, pero eso es porque nos soy una partidaria de la violencia.
“¿Ryan no te cansas de siempre jugar el mismo juego?” Le digo mientras dejo las bolsas en mi cama.
“Para tu información, nunca es el mismo juego ya que siempre utilizo diferentes técnicas de pelea.” Responde.
“Si, y aparentemente ninguna te sirve porque cada vez que te veo jugando parecieras estar en el mismo nivel”
“No estoy en el mismo nivel, tú… tú… ¡no entiendes nada!”
“Oye, ya deja de pelearle, ella tiene razón, sí estas en el mismo nivel ¿ves como te defiendo Kelsi? ¿Verdad que si te podría defender toda la vida?” Interrumpe Ken.
“Si, Ken me defenderás ahora y siempre. De cualquier loco con un joystick” Le dije en un tono sarcástico que probablemente él no entendió, porque se me quedó mirando con una sonrisa de oreja a oreja.
“Se supone que tú deberías defenderme a mí. Amigo.” Dijo Ryan, a lo que Ken siguió sin responder.
“Bueno, de todas maneras, ¿por qué no salen un poco en vez de estar aquí encerrados?” Les propuse.
“¿Me estás invitando a salir Kels?” Insinuó Ken, al fin volviendo al presente.
“No, Ken. Tal vez otro día, pero solo como amigos. Ahora mismo me estoy yendo, nos vemos en un rato.” Dije, tratando de terminar la conversación.
“¿Puedo ir contigo?” Insistió.
“¡NO, KEN!” Di media vuelta y me dirigí hacia las escaleras.
Ken solo se dio vuelta y siguió jugando a los videojuegos. Está acostumbrado a esta clase de rechazo de mi parte. He escuchado tantas veces «Kelsi, sal conmigo»­­­ que a veces me digo a mí misma que debería salir con él al menos solo una vez para que ya no lo haga más. Y luego cambio de idea al darme cuenta de que si alguna vez accedo, el va a querer una segunda cita, y luego una tercera, y así sucesivamente. Jamás lo vi como algo más que un amigo, mejor dicho, es casi como un hermano, un pequeño, pequeño hermanito.
Llegando al parque logro reconocer a Angie por su perfecta cabellera castaña. Pero está al lado de un chico en moto. No logro reconocer quien es, su casco no me deja ver bien su cara. ¿Será que es su novio y no me contó nada sobre él? Veo que el chico me señala con el dedo y ella sigue con su cara la dirección a la que apunta. Ella me ve y automáticamente sonríe.
“¡Kelsi! ¿A que no te imaginas quien volvió hoy?”
En ese momento, su novio…digo, «el chico misterioso» se saca el casco que estaba tapando su rostro. Y es ahí cuando me doy cuenta de lo equivocada que estaba. No es su novio. Es su hermano Jim, 5 años mayor que ella. Había olvidado completamente que él existía, desde que se fue a la universidad no he oído hablar de él. Solo esas veces en las que Angie me contaba lo bien que la estaba pasando él allá, y que ella no veía la hora de empezar la uni también porque estaba harta de los chicos de secundaria.
Sigue igual pero nunca lo había visto tan guapo, ¿Será que la universidad cambia a la gente y los hace más bellos? No, probablemente la que cambió soy yo. A los doce años una no piensa en lo lindos que se ven los hermanos de sus mejores amigas. Su rostro formó una sonrisa en cuanto me vio, no sé si porque se alegraba de verme o porque tenía una sonrisa de boba en mi cara. Pero esa sonrisa se veía tan tierna en él, sus ojos casi tan verdes como las hojas del árbol que estaba próximo a él, me observaban y acompañaban sublimemente esa sonrisa suya. Y su cabello castaño, como el de su hermana, se veía mucho mas brillante con el atardecer detrás de él. Sus manos, yendo de un lado al otro en ademán de saludarme se ven perfectas, no como las de cualquier chico que… ¡esperen!; ¡está saludándome! Debo reaccionar rápido o pareceré una idiota enfrente de él.
“¡Hola! ¡Tanto tiempo!” Alcancé a decir mientras llegaba a donde ellos estaban.
“Kelsi cuanto has crecido. Un gusto verte, sigues igual de risueña, como siempre.” ¡¿Soy yo, o el acaba de hacerme un cumplido?! Ok. No. Deja de fantasear, el sólo está siendo amable. Sin embargo no pude evitar la risita nerviosa que brotó de mi garganta.
“Gracias. Y tu sigues igual de….” Guapo, solo que antes era una niña de 12 años que jamás te vio como algo más que el molesto hermano mayor de su mejor amiga. “sigues igual que siempre.”
“Bueno, debo irme a casa, mamá y papá me están esperando. Un gusto verte de nuevo Kels; pásenla bien y cuídense. Adiós. Nos vemos luego.”
Se puso su casco, subió a la moto y se fue tan rápido como llegó. Probablemente tendré que acostumbrarme a verlo, sin portarme como una estúpida, ahora que está de vuelta en la ciudad.
Luego, compramos un helado y nos sentamos uno de los bancos de la plaza que estaban alrededor de la fuente.
“Entonces… ¿Crees que debería comprarle algún regalo de bienvenida? Tal vez alguna corbata para que lleve al baile de este sábado…” Dijo Angie mientras saboreaba su helado de limón y chocolate nevado.
“¿E… el baile de este sabado?” Respondí casi atragantándome con mi helado de chocolate y frambuesa. “¿Él irá?”
“Claro que sí, es un ex alumno de la escuela, y será algo así como un baile de re-bienvenida para él.”
“Ah,” Dije tratando de parecer indiferente.”Entonces supongo que la corbata estaría bien.” Verde oscura, para que combine con sus ojos.
Jim es definitivamente lo que le faltaba a mi vida, eso explicaría el sueño, la silueta sin rostro, ¿cómo no me di cuenta? Necesitaba amor en mi vida; es decir, nunca había sentido nada igual por alguien más, eso significaba que él era especial ¿Verdad? Y ahora que sabía que asistiría al baile estaba mucho mas emocionada que nunca.
Este baile será único.